Nota de la Interprofesional del Aceite de Oliva

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El viernes pasado entró en vigor el Reglamento Europeo 432/2012 de 16 de mayo por el que se establece una lista de declaraciones autorizadas de propiedades saludables de los alimentos distintas de las relativas a la reducción del riesgo de enfermedad y al desarrollo y la salud de los niños. Un verdadero hito que trata de dar respuesta a una pregunta que con frecuencia se plantean los consumidores: ¿qué hay de verdad cuando se publicitan supuestas virtudes saludables de los alimentos? A partir de hoy, tan sólo se podrán publicitar esas virtudes e indicarlas en el etiquetado si aparecen en el listado de alegaciones que recoge este Reglamento. Propiedades que vienen respaldadas por sólidas evidencias científicas. Todo alimento que esté fuera de la lista, no podrá hacer referencia esas propiedades en sus comunicaciones comerciales.
La Comisión Europea ha optado por no recoger en el Reglamento alimentos concretos (excepto en muy contados casos) para centrarse tan sólo en los compuestos activos presentes en ellos. Así encontramos vitaminas, minerales, ácidos grasos, etc. No ha sido distinto en el caso de los aceites de oliva. El Reglamento reconoce hasta tres alegaciones que se podrán utilizar en la comunicación comercial del producto, en atención a las virtudes saludables de tres elementos presentes en su composición:

  • La sustitución de grasas saturadas por grasas insaturadas en la dieta contribuye a mantener niveles de normales de colesterol sanguíneo. El ácido oleico es una grasa insaturada. Así reza la alegación que ha entrado en vigor. Pero para entender realmente qué efectos concretos tiene el ácido oleico hemos recurrido a un experto investigador en la materia, José López Miranda, catedrático en la Facultad de Medicina de la Universidad de Córdoba y director de la Unidad de Gestión Clínica de Medicina Interna del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba. “Hoy día hay un hecho que es irrebatible y es que el ser humano ha de consumir la mínima cantidad de grasas saturadas posibles (presentes fundamentalmente en los alimentos de origen animal), la mínima. Si interpretamos bien esta alegación, lo que nos está diciendo es: sustituyan ustedes las grasas saturadas por otras grasas insaturadas. Lo hemos de hacer a base de sustitución con aceites ricos en ácido oleico. Y uno de ellos, el más importante, es el aceite de oliva. Reduce drásticamente los niveles de colesterol que es uno de los principales factores de riesgo que conducen a la enfermedad cardiovascular”. El ácido oleico es un componente fundamental de los aceites de oliva (entre el 55% el 83% de su composición de ácidos grasos).

 

  • Los polifenoles del aceite de oliva contribuyen a la protección de los lípidos de la sangre frente al daño oxidativo. De nuevo, el doctor López Miranda nos echa una mano para entender que hay detrás del enunciado que recoge el Reglamento: “Lo que viene a decir esta alegación es que el aceite de oliva tiene unos componentes minoritarios, fundamentalmente compuestos fenólicos, que protegen a la partícula LDL de la oxidación. No se induciría el depósito de esta partícula de colesterol en nuestras arterias que es lo que hace que se produzca la arteriosclerosis, el sustrato sobre el que se desarrollan todas las enfermedades cardiovasculares”. El Reglamento aclara que los efectos beneficios se logran a partir de una dosis diaria de 20 gramos de aceite de oliva virgen. No obstante, establece que sólo los aceites de oliva que contengan un mínimo de 5 miligramos de polifenoles por cada 20 gramos pueden hacer uso de esta alegación. Valga como ejemplo la variedad más extendida en el mundo, la picual, contiene más de 9 miligramos estos antioxidantes naturales por cada 20gr.

 

  • La vitamina E contribuye a la protección de las células frente al daño oxidativo. “Hoy día sabemos que otro de los compuestos naturales que es extraordinariamente rico en vitamina E es el aceite de oliva y por consiguiente también protege del daño oxidativo, no sólo de las partículas LDL (colesterol “malo”) sino también de la propia célula protegiendo el deterioro del endotelio, todo lo que es la pared vascular. Al fin y al cabo es lo que va a prevenir que acabe de desarrollarse la enfermedad cardiovascular”. Si volvemos a tomar el ejemplo de la variedad picual, encontramos que contiene unos 30 mg por cada 100 ml de aceite de oliva, por encima de la Cantidad Diaria Recomendada (CDR) de esta vitamina, que está establecida en 10 miligramos por 100 mililitros.

Un largo camino
Hace casi 60 años que los científicos acuñaron el término Dieta Mediterránea, una forma de comer saludable siempre ligada a los aceites de oliva. A lo largo de esas seis décadas equipos de investigadores de todo el mundo han ido desentrañando los efectos concretos sobre la salud y los mecanismos que los hacen posibles. “El modelo de alimentación mediterránea, rico en aceite de oliva, primero, mejora el perfil lipoproteico; segundo, reduce las cifras de tensión arterial; tercero, reduce el fenómeno de inflamación vascular; cuarto, mejora la disfunción de nuestras arterias, de nuestro endotelio; quinto, reduce la oxidación; sexto, mejora parámetros de oxidación en general; mejora el riesgo de desarrollar diabetes y síndrome metabólico, mejora la enfermedad metabólica. Es decir, tiene un amplio abanico de efectos saludables, que nos hacen que los médicos tengamos que optar por él, como uno de los modelos más saludables que existen”, afirma José López Miranda.

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